En la década de los 90, los deportistas fueron buscando nuevas alternativas y desafíos. Con esa idea nació el concepto de “deportes extremos”, que son una especie de respuesta a la tendencia de modificar los deportes convencionales y llevarlos al límite de sus posibilidades, convirtiéndolos en disciplinas catalogadas como riesgosas, desafiando el instinto de supervivencia del ser humano. Se considera un deporte extremo todo aquél que posea una real o aparente peligrosidad o que se practique bajo unas condiciones difíciles. Es de anotar que dicha definición tuvo una connotación y una marcada influencia comercial. El turismo de aventura, es una variante que asocia la belleza de los paisajes y la cercanía a la naturaleza con el sentimiento de peligro y la adrenalina propias de los deportes de riesgo. Este tipo de turismo utiliza el entorno o medio natural como recurso para producir las sensaciones de descubrimiento propias de una aventura, por lo que requiere de espacios con poca carga turística y, mejor aún, poco explotados. La denominación de riesgo controlado proviene de la necesidad de otorgar las garantías y la seguridad que exige la práctica de estas actividades.
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